SOLO... VEN.

La luna se vuelve desesperanza esta noche. Camino por las calles desiertas de una ciudad que descubrí junto a él. No hay rastro de su presencia.

Me acerco al hotel donde pasamos juntos la noche. No ha sido buena idea. En cuanto abro la puerta me invade el sabor amargo de las mentiras, de las falsas promesas.

Junto a la puerta me espera Marco, el recepcionista. Se acuerda de mí y por eso me ha dejado entrar.

-¿Le has vuelto a ver?- me atrevo a preguntarle dejándome caer en la cama, derrotada.

-Hace unas semanas estuvo aquí.

-¿Solo?- no me atrevo ni a mirarle.

-Con una mujer de bonitos ojos verdes.

Noto una punzada de celos en el estomago. Últimamente casi no soy capaz ni de comer.

-Necesito encontrarle- digo más para mí que para él- Necesito que vuelva a ser mío para poder olvidarme de mí, con él. Quiero refugiarme en sus brazos y devolverle un poco de luz.

Busco la mirada de Marco que me la rehúye incomodo.

-¿Por qué? ¿Por qué durmió conmigo? ¿Por qué me dejó acariciarle y me acarició de aquella manera? ¿Por qué me dio tanto y ahora desaparece?

-¿Qué ha visto en él?- me pregunta a su vez Marco.

-El medio para caer exhausta en una cama y volver a vivir.

-Olvídese de ese hombre.

-Voy a dejarle una nota:

“Sé que tengo que dejar de buscarte y te juro que lo he intentado pero no puedo hacerlo. Solo contigo fui capaz de quitarme la coraza. Necesito volver a sentir el frío de tu alma y temo que solo seré libre cuando seas mío otra vez. Solo… ven”

Le dejo la nota a Marco con la promesa de que se la entregará si vuelve a verle por allí y camino hacia la salida.

ÉL… el deseo de algo inalcanzable.