ME APETECE

Hoy  me apetece mirar a tus ojos y ver en ellos mi reflejo.

Me apetece preparar café y tostadas y dejar que se enfríen en la cocina porque he decidido comerte a ti primero.

Me apetece cantarte esa canción que escuché hace varios días y que me gustó tanto que no me la saco de la cabeza y que amanezcamos volando entre melodías y caricias bajo el edredón.

Me apetece compartir ducha contigo, marcar tu piel con mis besos, que el agua los borre y volverte a marcar.

Me apetece mirarte sin tener ganas de hablar porque lo que quiero es que compartamos silencios.

Me apetece que veamos el atardecer en el embarcadero. Da igual si es invierno, no me importa el frío (es una excusa perfecta para que me abraces, aunque si tiemblo no será de frío) Préstame tu cuello para que hunda mi nariz en él. Y préstame tu cuerpo porque me vendría genial ese calorcito tuyo y bueno, no te pido que me dejes nada más porque no es cuestión de que te congeles tú.

Pero lo que más me apetece es no tener que coger ese tren que me aleja de ti. Coger solo el que me acerca a tu casa, a tu cama porque la mía no es mía si tú no duermes allí.

Y sin embargo aquí estoy, mirando mi reflejo en la ventanilla de este vagón que me separa de tus labios (y te veo sonreír diciendo “solo dos días”. Demasiado en cualquier caso) y garabateando esto en un trozo de ticket de la compra mientras me pregunto si algún día dejaré  de temblar al escribirte.