MI ASIGNATURA PREFERIDA: ÉL

“Querida mamá, te escribo esta carta porque te quiero confesar algo. He vuelto a matricularme en el cole. Si. Desde hace ya casi un año voy cada día a las clases de sus besos y te juro que de esta apruebo todo.

¿Qué es raro ir al colegio con treinta años? Puede. Pero allí te enseñaban lo básico que hay que saber en la vida, no? Pues eso. Yo he empezado a vivir ahora (antes solo sobrevivía) o por lo menos así lo siento.

Verás, ahora cuando me ponen examen de Literatura me muero de felicidad. Ahora entiendo a la perfección a Benedetti.

Las matemáticas ya no me parecen tan difíciles. Ahora puedo contar con sus dedos y voy sumando vidas con cada sonrisa que me dedica.

El inglés? Bueno, es un pretexto para presumir de que estudio otra lengua.

Sociales, que antes se me atragantaba, me encanta desde que he cambiado las montañas rocosas por los relieves de su cuerpo.

En la clase de Geografía me he aprendido de memoria todos sus lunares. De este a oeste, del sur al norte (hasta que lo pierdo)

En la clase de Gimnasia ya no me canso tanto, al contrario, ahora soy la que más aguanta!!! Y encima el profe me dice que siga practicando así que, imagínate, estoy encantada.

Lo de Religión sigo sin entenderlo muy bien, hablan del cielo, de la vida después de la muerte… yo sigo siendo atea pero creo que por cielo se refieren al azul de sus ojos y a sentirme en una nube. Lo de la vida y la muerte debe ser lo de que cuando me sonríe me da vida (ya tengo más de diez) y lo de rezar lo hago cada noche cuando le abro mi corazón. No hay oración que sea más verdadera.

Estoy deseosa de que empiece la clase de Física y Química a ver si ahí me pueden explicar los escalofríos que siento cuando me besa  (cosa de mezclas, seguro).

Y bueno, solo decirte que no te preocupes por mi, que estoy siendo de lo más aplicada y que te cuento esto para que entiendas por qué cada día voy menos por casa.

Tú hija, que te quiere”